¿Y si cierra otra librería?
En Valls, la cuidad (de unos 22.000 habitantes) en la que vivimos a unos 17 km de Tarragona, hay 3 librerías. Después algunas papelerías tienen una pequeña sección de libros, así todas dedicadas a los libros de lectura que piden en los colegios de la ciudad.
Suelo visitar las tres librerías con frecuencia ya que en casa tenemos la costumbre de regalar libros siempre que hay oportunidad. Y si os soy sincero, visitando la primera ya me puedo ahorrar la visita a las otras dos. Independientemente de que librería visite en primer lugar. Las tres son exactamente iguales. Los mismos títulos, las mismas novedades, el mismo enfoque… nada, absolutamente nada que las haga diferentes o especiales. Las últimas novedades mediatices, una sección infantil más o menos grande, una sección de viajes, otra de cocina y los libros en catalán que por eso estamos en Catalunya.
Consecuencia logica: si cierra una, o incluso dos de las librerías, no pasaría nada de nada. No habrá menos oferta ya que las tres parecen clonadas de la misma «primera librería». Si hay que destacar que una de ellas presta más atención al libro en catalán que las otras dos, pero sin llegar a ser un elemento significativo ni determinante.
La semana pasada estuve en la Feria del Libro de Madrid. Allí encontré que también había una hilera de casetas puestas por librerías. Y efectivamente nos encontramos con muchas librerías «clonadas» que incluso tenían las mismas firmas de autores en diferentes días.
Por lo tanto cada vez que cierra una librería lo primero que viene a mi mente no es lamentar el hecho, que ya es de por si lamentable que tenga que cerrar una librería. La pregunta que me hago es si esa librería aportaba algo único a sus clientes que la la hicieran realmente especial. La respuesta es no, porque si lo hubiera no habrían cerrado.
Manuel Dávila ya comenta en su obra Los territorios del libro (Trama Editorial) que despachadores de libros hay muchos y mucho mejores que la librería local, y entre ellos Amazon es el más eficiente.
No necesitamos más librerías al estilo «despachadores de libros», lo que necesitamos son librerías que marquen la diferencia en nuestro barrio o nuestra ciudad. Con libreros que sean capaces de atraer al público no tanto por el contenido de lo que tienen en las estanterías (que desde luego es muy importante), sino por sus consejos y sus recomendaciones, por su conversación y saber hacer en un mundo que tiene en internet a su gran competidor, por lo menos en el «arte» de despachar.
Volviendo al inicio de esta breve reflexión, si mañana cierra una librería en Valls no pasará nada, y lo digo con pesar porque una cuidad sin librerías es una cuidad menos sana mentalmente. Pero una ciudad llena de librerías que no tienen ningún factor diferencial tampoco aportan demasiado.