Marcar la diferencia

 

Como sabes, parte fundamental de mi trabajo se realiza sobre el terreno, lo que significa que me toca viajar varias veces al año a diferentes países, sobro todo países de habla hispana.

En lo que va de año he pasado por USA (más de 50 millones de hispanos), México, Colombia y Perú visitando clientes, dando conferencias, creando nuevos modelos de negocio para nosotros y nuestros socios, visitando imprentas para añadir a nuestro proyecto de Producción, realizando consultorías, etc.

Pero no todo es trabajo, también hay tiempo de pasear y de visitar parte de los países a los que vamos, y supongo que por deformación profesional y desde luego por pasión, me encanta visitar librerías.

Y hoy os quiero presentar una pequeña librería que mi amigo Silvano Gozzer me enseñó hace un par de semanas en Lima (Perú).

Hace tiempo que tengo claro que una librería que solo se dedica a despachar libros tiene los días contados. Como ya he comentado en varias ocasiones, Manuel Davila lo explica mucho mejor que yo en su libro “Los territorios del libro” (Trama Editorial), siempre habrá un “despachador” más eficiente y más eficaz que se llevará esa cuota de mercado que sabe lo que quiere y lo quiere ya.

En este entorno donde es prácticamente imposible vencer a Amazon, como despachadores de libros, las librerías han de marcar la diferencia. Ir a la librería debe ser cuasi una experiencia mística. La librería, para marcar diferencias, debe crear una experiencia única que produzca en el comprador, en el lector, el deseo irrefrenable de ir a ese espacio concreto a comprar sus libros.

La Libre ha conseguido marcar esa diferencia, y lo ha hecho con algo que algunos pensaran que es contraproducente, crear una pequeña biblioteca dentro del espacio de la librería. Además de esto han creado un espacio de exposición para artistas locales, donde pueden exponer y vender sus obras de arte. La semana pasada había una exposición de pintura de lo más interesante.

 

En la zona de Barranco (Lima) donde se sitúa la librería, no hay bibliotecas, algo que detectaron los emprendedores de La libre (españoles por cierto). Así que decidieron aportar algo al barrio que marcara la diferencia y crearon una biblioteca, que por un coste de menos de 3€ al año permite acceder a cientos de libros, muchos de ellos expuestos para la venta en la misma librería. Además de dinamizar las visitas a la librería, han conseguido darle un valor añadido a la experiencia de ir a una librería. Una biblioteca, por pequeña que sea, aporta un valor añadido a la ya maravillosa experiencia de ir a comprar libros. Aporta unas visitas que posiblemente no se acercarían a la librería a comprar por diferentes motivos, pero que si necesitan acudir a una biblioteca, y que poco a poco se transforman de usuarios de la biblioteca, a compradores de la librería, asistentes a los eventos, se convierten en los mejores promotores de la librería, como mi amigo lo hizo conmigo.

Marcar la diferencia, impactar en el barrio y agregar valor a la experiencia de mis usuarios diferencian a La Libre con el resto de las librerías de la zona, que para nosotros pasaron desapercibidas, porque La Libre llenó el espacio y la experiencia.