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Estamos de Feria.


Estamos de Feria. Bueno, están de Feria en Madrid, acaban de terminar en Sevilla y Bilbao también está inmersa en una de las actividades culturales populares más bonitas que hay: La Feria del Libro.

En diferentes medios de comunicación se han hecho eco de que a pesar de que la Feria de Madrid no tuvo una primera jornada tan espectacular como la del año pasado, el primer fin de semana ha sido genial. Para ello se basan, además de la cantidad de gente que se ha visto en el Retiro paseando y comprando, en los datos que dan los mismos libreros y editores, y en una medida que siempre me ha parecido curiosa: la cantidad de bolsas destinadas a dar a los compradores con los libros que la organización ha distribuido entre las casetas (Se agotaron a media mañana del domingo).

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La certeza que tengo cada vez que visito la Feria es que lo más interesante son las casetas de editoriales y librerías especializadas. El resto de casetas de las librerías convencionales y de las grandes editoriales, suelen ser iguales, con los mismos títulos, con la misma colocación, y los mismos autores que van haciendo la “tourne”, pasando de una a otra de forma metódica y milimétricamente medida.

Así que cuando visito la Feria (intento hacerlo cada año), no dejo de pasar por las casetas de Trama, Fórcola, Funambulista, Lid y Herder (editoriales) y por la Librería Calatrava (la más antigua de Madrid, y especializada en literatura protestante y judaica), que son las que más me aportan a mi personalmente.  También pasamos, visita obligada y muy especial, por las editoriales dedicadas al libro infantil y juvenil, donde mi hija Anna sabe que puede elegir un par de libros.

A raíz de estas visitas, y de otras muchas que hago a lo largo del año no dejo de pensar en nuestra ley del libro, esa ley que obliga a mantener el PVP a todas las librerías, dándoles la ilusión de que compiten en igualdad de condiciones con las grandes, y que en realidad lo que hace es cortarles las alas ante cualquier iniciativa y promoción que deseen hacer. Y que al mismo tiempo condena a los editores a unas devoluciones desmesuradas.

Ahora una reflexión. Si está ley fuera más flexible y operativa contemplaría la posibilidad de que los libreros pudieran comprar libros en firme, y sin derecho a devolución, y que estos libros quedaran libres de la ley; por lo tanto los libreros los podrían vender al precio que creyeran conveniente. Que lo mismo sucediera en LIBER, y que todos los libreros que fueran a este evento pudieran comprar con descuentos especiales (que asumieran editores y distribuidores, en el caso de que la editorial los tenga), pero que también quedaran (por lo menos en un porcentaje de la venta) fuera de la ley del precio único y de las devoluciones. De esta manera se podrían tomar decisiones estratégicas, hacer promociones, apostar por autores diferentes en diferentes momentos del año, organizar eventos que les permitiera saldar lo que quedara en sus almacenes…

Han sido muchas las ocasiones en las que hemos tenido la oportunidad de hablar acerca de todo lo relacionado con la ley del libro y la problemática del sector editorial, pero como siempre se quedan en palabras y no pasamos a la acción. No se da un paso más y se toman compromisos por parte de nadie, ni de las editoriales, ni de las librerías y desde luego, mucho menos por parte de los gremios y de los gobernantes.

Solo deseo que la Feria sea un éxito, y que todos los compañeros que están en la Feria desde las  11 de la mañana a las 8 de la tarde, vean su esfuerzo recompensado.

Mientras tanto, y solo como apunte, el libro electrónico sigue sin aparecer en la Feria. Al parecer no lo consideran un libro. En fin, así seguimos.

Un abrazo y feliz semana.

@juantrivi